La película “Buscando a Dory” nos expone maravillas del fascinante ecosistema marino en el que fue inspirado. Si bien, en la vida real no esperaríamos observar peces de arrecife cruzando el océano, comunicándose e interactuando con cualquier otro tipo de animales, y escabulléndose incluso del ser humano, este largometraje muestra en sus personajes características muy significativas de las especies que representan. Aquí mencionamos algunos datos curiosos sobre estos animales.
En la película, el pulpo “Hank” sobresale por sus habilidades de táctica y escapatoria, y esto tiene una razón. Los pulpos han adoptado dos estrategias principales de defensa contra sus depredadores:
La primera de ellas es el “camuflaje”, con el cual, estos animales cambian de coloración para reducir la probabilidad de ser detectado por los depredadores. Esta es una de las adaptaciones más sofisticadas que hay en el reino animal, ya que los pulpos pueden controlar desde su sistema nervioso a las células más superficiales de su cuerpo, llamadas “cromatóforos”, permitiendo una gran variedad de patrones que los asemejan al entorno en el que se ubican.
La segunda estrategia de defensa está diseñada para evitar la captura una vez que los depredadores los han detectado, y consiste en evitar el ataque expulsando una sustancia oscura (comúnmente llamada “tinta”), forzando al depredador a abandonar la captura y evitar perseguirlo.
Las rayas águila, representadas por el “Profesor Raya”, son un tipo de pez que se caracteriza por habitar ecosistemas tropicales de todo el mundo. Estas rayas conforman grupos de seis hasta cientos de individuos, por lo que la necesidad de encontrar alimento para todos ellos y las condiciones adecuadas de sobrevivencia, las lleva a realizar viajes de migración muy largos. En esta especie se han registrado migraciones de más de 750 km de distancia, en los que atraviesan aguas con profundidades de hasta 1,000 metros, aunque ellas prefieren moverse principalmente por la parte más superficial del océano.
En el Instituto de Vida Marina reside Bailey, una beluga cuyo sonar biológico, según el mismo personaje, fue atrofiado después de un severo golpe en la cabeza. Estos cetáceos son conocidos también como los “canarios del mar”, debido a que producen distintos tipos de sonidos. Cuando estos sonidos chocan con objetos del ambiente, regresan a su cabeza en forma de eco, de manera que las belugas pueden generar en su cerebro una imagen “a distancia” de su entorno. Algunos científicos estiman que el biosonar de las belugas tienen un alcance de hasta 300 metros de distancia.
Uno de los datos que más sorprende al público en la película, es el referente a que los pulpos poseen tres corazones, y ¡esto es cierto!. Dos de ellos, tienen la función de bombear sangre hacia cada uno de los lados donde se localizan las branquias, que son los órganos de respiración donde estos animales adquieren el oxígeno del ambiente. El tercero, es conocido como el corazón “sistémico”, y es el encargado de llevar sangre a todo el cuerpo del pulpo a través de las arterias.